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domingo, 23 de julio de 2017

Meditación en vez de castigos y... ¡feliz verano!

Estamos ya en pleno verano, lo sé, pero no he dejado de pensar en que aún no os hemos deseado desde el departamento de orientación ¡Feliz Verano! y, por ello, aprovecho una noticia que me ha parecido curiosa, y para reflexionar, para que disfrutéis el máximo de vuestros niños y niñas.

La noticia se titula: Un Colegio sustituye los castigos por meditaciones con resultados sorprendentes (http://culturainquieta.com/es/inspiring/item/10713-un-colegio-sustituye-los-castigos-por-meditaciones-con-resultados-sorprendentes.html)



La cuestión es la siguiente, a aquellos niños que se portan mal se les invita a ir a una sala donde se realizan ejercicios de meditación, y se habla sobre el comportamiento, dando pautas y ayudas para controlar la ira. La verdad es que puede parecer paradigmático pero, ya sabemos que los castigos no siempre funcionan y para que funcionen han de darse bajo determinadas circunstancias... y esto no es siempre así.

El manejo del comportamiento pasa por aprender a buscar lo que quiero y necesito, a respetar a los demás, a convivir... a través del castigo no siempre se aprende esto, a veces se genera más ira. Por eso, enseñar a manejar el comportamiento, y las emociones, en niños que tienen dificultades para ello está contribuyendo a que conecten áreas de su cerebro que necesitan madurar para llevar a cabo estos aprendizajes con éxito.

Me gustó mucho la idea, quizás podemos pensar y reflexionar en cómo podemos mejorar nuestro lado emocional y ayudar a nuestros hijos a que lo mejoren también.

En estas vacaciones os deseamos que haya mucho de relajación, de risas, de disfrute... y poco o nada de tensión, malas caras o frustración. ¿Lo intentamos?

Os esperamos el próximo curso cargaditos de novedades.

¡Feliz Verano Familias!

lunes, 8 de mayo de 2017

¿Adictos a la Tablet? Consejos para gestionar el uso responsable de las TIC

Cada vez la tecnología avanza más llegando a meterse en nuestras vidas de la manera más fácil y cotidiana. ¿Quién de nosotros no maneja un teléfono inteligente, una tablet y ordenador de manera cotidiana? Está claro que las TIC (Tecnologías de la Información y Comunicación) han llegado para quedarse. Además, es también cierto que nos facilitan la vida en múltiples facetas, tanto personales como profesionales.

Pero también en los últimos años estamos asistiendo a un creciente uso de estos dispositivos por parte de los niños, y cada vez en edades más tempranas. Muchos padres y madres han encontrado en ellos un aliado en la búsqueda de paz y descanso, y eso ha contribuido en algunas ocasiones a generar la aparición de otros problemas, como pueden ser conductas adictivas y falta de control en el uso de estos aparatos por parte de los más pequeños.

¿Pueden ser adictos nuestros niños pequeños? El Sunday Mirror informó en el año 2010 sobre un caso de que un niño de 4 años de edad era el adicto más joven del iPad de Gran Bretaña y que fue tratada por el psiquiatra Dr. Richard Graham en la Clínica Capio Nightingale en Londres. "Los niños nacen hoy en día en un entorno tecnológico y mucho padres tienden a usar los ordenadores, los iPads y los smartphones como si fueran niñeras", según el doctor Richard Graham, y añade: "Si al niño se le deja largas horas imantado a una pantalla, y si ve a sus padres haciendo lo mismo, estamos creando las condiciones para una relación enfermiza con la tecnología".

Sin ánimo de crear alarma ni de pensar que no deben utilizar dichos medios, creemos que hay pautas que los padres y madres deben conocer y llevar a cabo para evitar que el uso pueda ser tan perjudicial.

¿Qué pueden hacer padres y docentes para evitar este incipiente problema?

  •  Da ejemplo. No abuses de tus dispositivos. Ya hemos hablado en otras ocasiones de la importancia que tiene el modelo que ejerces en tus hijos, por tanto, intenta ser consciente del uso que das a estos dispositivos, dedicando tiempo a estar con tus hijos, charlar con ellos, etc. sin la presencia del móvil.
  • Retrasa el momento de comenzar a usarlo. Se recomienda desde la Academia Americana de Pedriatría, no comenzar a usar dispositivos antes de los dos años de edad. 
  • Controla su uso. Es importante fijar reglas, por ejemplo no utilizarlo durante la comida, cena, etc. Además limitar su uso a determinadas horas, pactar con ellos el tiempo máximo de uso al día. Muy importante cumplir todos las reglas establecidas. 
  • Selecciona los contenidos, que éstos sean adaptados a la edad y a ser posibles educativos. Es recomendable también jugar con ellos, puesto que así podremos supervisar sus capacidades, sus destrezas y controlar que no accedan a contenidos inadecuados. 
  • Aunque hay que tener precaución, no debemos negar su uso, puesto que forma parte de su entorno. Es mucho mejor ser conscientes del potencial de éstas y acompañarles en su uso. Investigaciones recientes señalan que los gamers adquieren habilidades sociales y trabajan mejor en grupo. Los dispositivos, bien utilizados, son buenos para un desarrollo integral del individuo.
Y si después de todo esto, sospechamos que nuestro hijo tiene cierta dependencia de la tablet, los juegos... actuemos antes de que vaya a más. Para "desenganchar" a nuestro hijo, hemos de promover actividades fuera de la pantalla, desde actividades sociales que requieran el cara a cara, como algunos deportes y actividades al aire libre. Hablar con el colegio para estar alineados y promover dichos tipos de actividades en colaboración con el resto de niños. 

En definitiva, no es bueno prohibir pero si limitar el uso. Graham no es partidario de declarar los dormitorios de los niños como 'zona libre de tecnología', pero sí cree en la conveniencia de fijar límites horarios, mantener la puerta abierta para controlar su uso "y velar sobre todo para que los niños no usen las pantallas una hora antes de dormir, para que no interfiera en el sueño". 

En resumen, alternar diferentes tipos de actividades darán a los niños habilidades y competencias que les permita su desarrollo integral, pero eso sí, formando parte de su entorno que en la actualidad está formado también por las TIC. 


domingo, 16 de abril de 2017

El equilibrio entre el pasado y el futuro en la búsqueda de la felicidad

En los tiempos que vivimos tan convulsos y llenos de desastres, cuesta mucho pararse a pensar en el futuro, sobre todo si ya tenemos unos años y experiencias vitales. Las personas adultas, en ocasiones, somos negativos en cuanto al futuro, pensamos con la vista puesta en el pasado y presente, no pensamos en qué podemos hacer nosotros como individuos dentro de un sistema para mejorar o cambiar las cosas.

Sin embargo, si les preguntamos a los niños y adolescentes incluso, ellos se resisten a pensar así. Para ellos la vida está sin estrenar y es el lugar en el que van a vivir con total certeza, así que prefieren pensar en cambiarlo, en disfrutarlo, en avanzar.

Ellos de mayores quieren ser... lo que sea que quieran ser, y nosotros hemos de ser ese soporte sobre el que edifiquen sus sueños y propósitos.

Nos han enseñado a no soñar, sobre todo a los que somos de determinada generación, a vivir "con los pies en la tierra", pero es esta una tierra cada vez más vulnerable y si no somos conscientes de que formamos parte de ella probablemente también arruinemos los sueños de nuestros hijos e hijas.

En la última era cada vez está más presente la tendencia de las personas a soñar, a pensar en nuestro bienestar, a intentar ser felices, y yo me pregunto si eso no será un reflejo de una gran necesidad que nos está uniendo para la generación colectiva de un futuro donde no sólo nuestros niños puedan dar cabida a sus objetivos, si no nosotros mismos alcancemos un mayor nivel de felicidad.

La felicidad tiene que ver también con la memoria y con cómo recordamos aquellos momentos que consideramos que son o no felices. Nos lo explica muy bien en este vídeo Daniel Kahneman donde nos dice que no es lo mismo lo que vivimos que lo que recordamos que hemos vivido, y eso hace que valoremos los acontecimientos y, en ocaciones, nuestra vida en general de determinado modo.



La felicidad, esa meta tan deseada pero tan lejana muchas veces, es producto de nuestra memoria en gran medida. Probablemente no dependa tanto de tener o no tener salud, dinero o amor, si no más bien de qué rememoramos cuando pensamos en esas tres cosas, de las experiencias vividas en torno a ellas y el recuerdo fuertemente asociado a ellas.

Por eso es importante recordar o rememorar experiencias placenteras, momentos en los que hayamos vibrado, y agarrarnos a ellos para poder responder a una simple pregunta "¿Cómo nos imaginamos el mundo en un futuro?". No se trata de engañarnos y no mirar lo que hay, se trata de imaginar en base a emociones positivas vividas qué podemos hacer para dejar al menos un futuro.

Esto es lo que se les preguntó a dos grupos, uno de adultos y otro de niños, en un experimento y esto es lo que respondieron ambos.




¿Qué os parece? ¿No creéis que ha llegado el momento de pensar más hacia el futuro y nuestro papel en él? Creo que es necesaria la colectividad y hacer fuerza para dejar que haya espacio para ellos. No debemos olvidar que todo a nuestro alrededor comenzó siendo el sueño de alguien, o muchos alguien, que quisieron pensar en un futuro y dar un paso adelante para mejorar su vida.

Necesitamos que ese cambio se produzca hoy para que mañana miremos a nuestros hijos y pensemos "desde chiquitito quiso ser y lo es".

viernes, 31 de marzo de 2017

La clave está en ver más allá de la forma

Cuántas veces nos encontramos actuando de manera automática e instintiva, sin saber muy bien por qué, ante lo que vemos, percibimos o sabemos. Y cuántas veces podríamos hacer las cosas de un modo diferente si nos dejáramos llevar por nuestra creatividad.

Os dejo un vídeo motivador para hacernos pensar en cuántas formas diferentes puede tener un objeto. Quizás podemos hacer la traslación y pensar también en cuántas formas diferentes pueden existir para resolver un problema, para generar soluciones y, ¿por qué no?, para educar a nuestros hijos.

¡Espero que os guste y lo disfrutéis!


jueves, 23 de febrero de 2017

Dificultades en el lenguaje: las dislalias

El lenguaje oral es nuestra herramienta para comunicarnos, sin embargo, a veces puede fallar por la aparición de trastornos como las dislalias, la dislexia (trastorno del aprendizaje de la lecto-escritura al confundirse o alterarse el orden de letras, sílabas o palabras) o la tartamudez (trastorno del habla, permanente o temporal, caracterizado por las repeticiones e interrupciones involuntarias en la emisión de palabras que afecta a la fluidez verbal).

En el siguiente artículo vamos a conocer a grandes rasgos todo lo relacionado con las dislalias, ya que este trastorno es muy frecuente en la etapa de infantil, el más conocido, el más fácil de identificar y el que tiene gran cantidad de consecuencias en los niños.


¿Qué son las dislalias?

Son alteraciones en la articulación de los fonemas, es decir, es la mala pronunciación de los fonemas. El niño con dislalia omite ciertos sonidos o los sustituye por otros de forma incorrecta.
Se detectan en los primeros años del niño y, aunque no son de gravedad, es conveniente corregirlas lo antes posible para evitar problemas de conducta y de comportamiento en los niños. Los niños que pronuncian mal son considerados “retrasados” por su entorno porque su lenguaje puede llegar a ser inteligible, por lo que afecta a su desarrollo afectivo.

La forma de hablar de los niños dislálicos puede ser imitada de forma ridícula y de burla por otros niños. Esto causa trastornos en la personalidad del niño, inseguridad, baja autoestima, problemas de comunicación con su entorno y dificultades o alteraciones en su aprendizaje escolar, sobre todo en la lecto-escritura.


¿Cuántos tipos existen?

  1. Dislalia evolutiva: El niño es incapaz de repetir por imitación las palabras que escucha y lo hace de forma incorrecta, distorsionando algunos fonemas porque no está preparado para pronunciarlos. 
  2. Dislalia audiógena: Es causada por una deficiencia auditiva. El sujeto que no oye bien no articula adecuadamente y confunde fonemas semejantes. 
  3. Dislalia orgánica: Puede ser de dos tipos: disartrias (alteración en la articulación de la palabra, debido a lesiones en el Sistema Nervioso Central. Se da principalmente en casos con Parálisis Cerebral) y disglosias (lesiones físicas o malformaciones de los órganos articulatorios periféricos del habla: labios, mandíbula, dientes, lengua y paladar). 
  4. Dislalia funcional: La articulación está alterada por un mal funcionamiento de los órganos articulatorios. No hay causas de tipo orgánico, pero el niño no usa correctamente los órganos al articular un fonema debido a: falta de control en la psicomotricidad fina de los órganos articulatorios (sobre todo de la lengua); déficit en la discriminación auditiva (el niño no diferencia y produce errores en la imitación oral); deficiencia intelectual



¿Qué tipo de errores hay?


  • Sustitución: El niño articula un fonema en lugar de otro. Cuando no puede articular bien un fonema lo reemplaza por otro conocido y fácil para producirlo. Otras veces se da un error en la percepción auditiva y el niño no discrimina los dos fonemas. Se da en cualquier posición de la palabra. Es el error más frecuente y difícil de corregir. Las sustituciones más frecuentes son /l,d,g,r/ en vez de /r fuerte/; txk; lxr; zxf; dxl; sxz; bxg.





  • Distorsión:
    El niño produce un sonido distorsionado e incorrecto debido a una posición errónea de los órganos articulatorios, a una falta de control del soplo respiratorio y a la falta de vibración de las cuerdas vocales. Se da en posición intervocálica.






  • Omisión: El niño no articula los fonemas que no domina, es decir, los omite. Se da a principio de palabra. 








  • Inserción:
    El niño introduce otro fonema para ayudarse en la articulación de otro más difícil. Se da en los sinfones.










Ante cualquier alteración vista anteriormente es necesario acudir a un especialista para hacerle una evaluación de su lenguaje y de las bases funcionales de la articulación (habilidad motora de los órganos articulatorios, soplo, respiración y discriminación auditiva). Tras los resultados obtenidos se determinará el tratamiento a seguir, el cual dependerá del origen del trastorno, que puede ser causado por malformaciones físicas (intervención médica) o retrasos fonológicos (intervención educativa).

Para finalizar decir que debemos de observar el lenguaje espontáneo de los niños, ya que es aquí donde el niño se expresa de manera natural sin ser consciente de los errores que comete. En definitiva nuestro objetivo es que el niño aprenda a articular los sonidos correctamente.


ROCÍO PLAZA RODRÍGUEZ
Logopeda Colegio Villalkor

lunes, 20 de febrero de 2017

Creer para poder hacer

Dentro de la educación emocional hay una parte que habla de la Autoestima, esa gran capacidad que incluso a los adultos les cuesta adquirir. Estamos demasiado acostumbrados a considerarnos menos que los demás, y si nos consideramos más tampoco eso nos hace sentir bien.
Enseñar a los niños a quererse a sí mismos es el comienzo de la educación emocional y, por supuesto, de la adquisición de una buena autoestima.
Pensamos que lo que nos decimos no tiene importancia pero no es así. Nuestro cerebro aprende de lo que le decimos, por eso es importantísimo decirnos frases positivas y poderosas que le enseñen a creer en sí mismo.
Por eso os dejo un vídeo muy emotivo de cómo un papá ayuda a su hija pequeña a decirse frases de empoderamiento y aumento de la autoestima, no desde la comparación con otras personas si no desde el crecimiento personal.



viernes, 20 de enero de 2017

Tengo dos casas... ¿cómo ayudar a nuestros hijos ante el divorcio de sus papás?

Afrontémoslo con sinceridad, los matrimonios de hoy no son como los de antes. Y esto necesariamente no tiene por qué ser malo, simplemente hay que afrontarlo como el cambio de escenario que es.

Nuestros mayores dicen cosas como: "es que ya no aguantáis como antes", "no sé qué os pasa a los jóvenes que no duráis nada"...

La verdad es que al margen de que puedan tener razón o no, la realidad es que ha habido tantos cambios sociales, culturales y de roles en los últimos tiempos que es muy difícil poder responderles con algún argumento que entiendan.

Y aquí estamos, ante esta realidad que no ha de ser mejor o peor pero que, indiscutiblemente, hemos de saber abordar cuando tenemos hijos que con total seguridad acusarán con más o menos estrés una situación para ellos desconocida, incomprensible y nueva.

La responsabilidad que tenemos como padres no se acaba con la ruptura en la pareja, y por eso hemos de seguir cubriendo sus necesidades al margen de nuestros problemas personales.

Nuestros hijos están en medio de nuestra ruptura, y ellos pagan en ocasiones los platos rotos.
Nosotros como adultos tenemos derecho a elegir con quién queremos estar a nivel de pareja, y si nuestra relación se rompe no sirve de nada dramatizar puesto que nuestros hijos no entenderán entonces por qué tomamos esta decisión.

Por eso, hay que apoyarles, ayudarles a entender la situación siempre desde una comunicación positiva, sincera y honesta. Enseñarles desde el principio cómo son las cosas, les ayudará a madurar emocionalmente de un modo saludable.

Algunas pautas que podemos seguir en el caso de que nos veamos en la situación pueden ser algunas como estas:

  • Tú eres la persona que más puede ayudarles, ellos necesitan a su madre y a su padre (a ambos) y esta ha de ser la primera premisa. Aunque mi cabeza esté en otro lugar, organizando mi "nueva vida", he de sacar tiempo para ellos y así asegurar su bienestar personal.
  • Demuéstrales que no te has ido, ni física ni emocionalmente, haz que se sientan queridos, arropados y escuchados. 
  • Explícales con palabras claras, directas y honestas la situación. Y si has de decir que lo estás pasando mal, no lo ocultes, ellos siempre se van a dar cuenta. Expresa tus sentimientos de manera clara y directa. 
  • No los compadezcas porque eso probablemente lo que consiga es transmitir una sensación de inestabilidad que no les favorezca en absoluto. Al contrario, indícales que ellos no son los responsables de la situación, que es un tema vuestro y que no queréis hacerles daño, pero que las cosas cambiarán y estáis ahí para escucharles y atenderles. 
  • Intenta observarles sin sacar conclusiones precipitadas de su comportamiento. Tampoco es bueno que todo lo atribuyas a la situación, pero sí hay que estar pendiente y si hay dudas de su bienestar emocional, hablar con ellos, apórtales estabilidad y apoyo constante. 
  • Evita los cambios innecesarios y mantén las rutinas, dentro de lo posible. No olvides que su vida no debe cambiar significativamente, y el sacrificio hemos de hacerlo los adultos y no los niños. 
  • Intenta comunicarte con tu pareja de manera asertiva, positiva y abierta. Ambos tendréis intereses que defender, pero no hay ninguna razón por la que romper una historia, un pasado y un futuro por unas cuantas "cosas materiales". Al final lo que prevalece y sigue siendo parte de ambos son los hijos, pensad en ellos.
  • Intenta que sigan teniendo relación con sus abuelos, ambos, también con los de tu ex-pareja. Piensa que esa es la familia que ambos, en determinado momento, decidisteis darles. Que las cosas hayan ido mal entre vosotros no significa que tengan que ir mal también para el resto de los miembros de la familia. 
  • Cuidaos todo lo posible, cuanta más relajación y bienestar se respire, mejor estarán ellos también. Cuanto mejor esté tu ex-pareja, también ellos estarán mejor. 
  • No te hagas la víctima, una ruptura siempre es cosa de dos. No busques culpables, ni justificaciones a la situación. Es un hecho, afróntalo. 
También, y si los niños son muy pequeños, podéis apoyaros en algunos cuentos, os dejo varios enlaces para que podáis acudir a ellos si os hacen falta.